ACTIMEL

Circula por la red un comunicado que advierte sobre los riesgos de consumir Actimel. Dado que muchos lectores aceptan este tipo de informes como veraces, es importante dedicar unas líneas a para conocer qué hay de cierto en él:

El ACTIMEL provee al organismo una bacteria llamada L.CASEI. Esta sustancia es generada normalmente por el 98% de los organismos, pero cuando se le suministra externamente por un tiempo prolongado, el cuerpo deja de elaborarla y paulatinamente “olvida” que debe hacerlo y como hacerlo, sobre todo en personas menores a 14 años.

En realidad, surgió como un medicamento para esas pocas personas que no lo elaboraban, pero ese universo era tan pequeño que el medicamento resultó no rentable; para hacerlo rentable se vendió su patente a empresas alimenticias.

La Secretaria** de Salud obligó a ACTIMEL (La Serenísima) a indicar en su publicidad que el producto no debe consumirse por un tiempo prolongado; y cumplieron, pero en una forma tan sutil que ningún consumidor lo percibe (p.ej. “desafío actimel: consúmalo durante 14 días” o “haga de agosto su acti-mes”).

Si una madre decide completar la dieta con ACTIMEL, no percibe ningún aviso sobre su inconveniencia y no ve que puede estar haciendo un daño importante al futuro de sus hijos o al suyo a causa de las manipulaciones publicitarias de la multinacional DANONE para incrementar sus beneficios sin importarles la salud de los consumidores.

Bien, vamos a aclarar que hay de cierto en todo ello

En primer lugar el Lactobacillus Casei es una bacteria y el organismo no genera bacterias sino que éstas se introducen a través del medio: alimentación, respiración, piel, etc. Por lo tanto carece de sentido decir que el organismo las fabrica o las deja de fabricar.

El L. Casei constituye una parte importante de la flora intestinal. Interviene en el proceso digestivo, la tolerancia a la lactosa, regulación de la diarrea y protección contra ataques de agentes externos (solo a nivel intestinal). En contra de lo que se sugiere en la campaña de marketing de Actimel, el L. Casei no tiene ninguna relación con el sistema inmunitario más allá del hecho de dificultar la entrada de agentes perjudiciales a través del intestino. No protege contra la gripe ni el resfriado. Solo contra afecciones gastrointestinales.

 

 

Actimel tampoco se trata de un antiguo medicamento. Danone lo desarrolló y lo patentó. Por lo tanto no existe ningún mensaje en los envases advirtiendo de nada. Actimel no es perjudicial consumirlo durante tiempo prolongado, o al menos, nadie ha podido demostrarlo. De hecho, en poco más se distingue de un yogur normal que en el precio.

Los beneficios de Actimel existen pero son tan leves que no justifica su coste. Cierto, Danone afirma que más de 30 estudios avalan su eficacia, pero de lo que no informa es los beneficios demostrados científicamente son casi imperceptibles.

Algo similar ocurre con la otra estrella de los lácteos: el bífidos o bífidobacterias.

Ambas bacterias (L. Casei i Bífidus) son presentes de forma natural en nuestro organismo y se nutren de los alimentos que ingerimos para prosperar de forma natural. Sus funciones, entre otras, son proteger al intestino de las agresiones externas.

Los yogures con L. Casei o con Bífidus aportan cantidades extra de estas bacterias beneficiosas al organismo. Pero hay que matizar 2 aspectos:

La ciencia ha sido víctima del marketing comercial, una vez más.

 

 

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